viernes, 4 de septiembre de 2009

[...]

Llevándose el cigarrillo a los labios pintados de color coraje (Color last de Margaret Astor por supuesto), la chica pelirroja miró a su alrededor para ver si había alguien a quien mereciera la pena pedirle fuego. No había nadie. Buscó el mechero en el bolso, se encendió el cigarrillo y expulsó el humo.

2 comentarios:

Javier dijo...

que excelente...la aptitud para pedir fuego

L'EXORCISTA dijo...

Lo de menos es el fuego. Fuego ya tenia ella, en el bolso ...y en el cuerpo. Lástima que no encontrara a nadie que mereciera la gentileza de pedirle fuego.
Esa actitud denota una gran seguridad en sí misma...
Un beso.