martes, 1 de septiembre de 2009

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Acarició los higos frescos con las yemas de los dedos. Realmente eran unos saquitos sorprendentes: extraños, oscuros y arrugados. Exquisitos al paladar. La madre naturaleza debía de estar pensando en el padre naturaleza cuando inventó los higos.

3 comentarios:

L'EXORCISTA dijo...

Muy bueno el símil.
Un beso.

Javier dijo...

los higos en miel saben mucho mejor...

Josep dijo...

Molt ben trobat. M'ha portat bons records.